En la penumbra de un hogar donde el amor es un eco distante, una joven sufre en silencio encerrada en la lectura. La violencia y los insultos son su cruel cotidianidad hasta que un gesto inesperado en el colegio le ofrece un dulce escape: un caramelo, simple pero prohibido, le brinda una alegría olvidada. Este pequeño acto de bondad despierta una sonrisa que había estado perdida por demasiado tiempo. El chico, testigo de su transformación, se convierte en su cómplice, ofreciéndole más dulces, más sonrisas. En medio de la adversidad, surge un amor tierno y valiente, un amor que desafía las sombras que buscan apagar su luz.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.