Aquella noche, abrazándola tiernamente después de una intimidad apasionada e intensa, decidió separarse. ¿La causa? Su mujer leía demasiados libros, miraba demasiado cine, caminaba a menudo por calles vacías acompañada sólo por la luna, bailaba con extraños de tal manera que nunca podían olvidarla, se despertaba cada día con la esperanza de que sea hoy... Era una mujer libre y salvaje. Razones suficientes para pedir el divorcio por culpa de la cónyuge ante cualquier tribunal. Sin embargo, hubo un motivo más...