Un chico llamado Artur es un gran fan del mundo de la informática y las computadoras, pero pronto se dará cuenta de que las protoboars, los nodos, las Arduinos, los seudocódigos y la programación no son sus únicos intereses en este mundo. Una tarde mientras Artur desarrollaba un circuito que utilizaría para explicar sus clases, sintió un olor dulce a café que se impregno en sus fosas nasales, se volteo y entonces vio a un chico de la clase de contabilidad y en ese momento una nueva emoción se despertó en su corazón y no en su cerebro informático.