"Todas las explosiones, por pequeñas que sean, hacen daño, y la nuestra no pensó quedarse atrás..."
Él se siente perdido.
Ella desea encontrarse.
Kate navega en un mar de dudas sobre sí misma. Se pregunta si sus padres fueron verdaderamente felices, si su amor fue auténtico, y si seguiría siéndolo si él estuviera presente. Las relaciones amorosas siempre se le han escapado de las manos, así que se propone encontrar a la persona correcta a través de una lista con los requisitos que debe cumplir. Sin embargo, cuando cree haber encontrado al chico ideal tras tantas decepciones, mala suerte y corazones rotos, el destino decide jugarle otra de sus malas cartas.
A raíz de esto conoce a Luke, quien vive atrapado en un caos personal. Aunque cree conocerse a fondo, a menudo se siente igualmente perdido. Desde su ruptura con la novia, su existencia se ha vuelto desastrosamente inestable, miserable y quejumbrosa. Decidió renunciar al amor al reconocer lo destructivas que pueden ser sus relaciones y el daño que inflige a quienes lo rodean. El abandono de su padre lo ha sumido en el temor de perder a las pocas personas que realmente quiere, y que sabe son quienes mejor lo conocen.
Son almas diferentes, con historias diferentes y visiones diferentes del amor. Ella no se rinde y sigue buscando. Él, en cambio, ya se rindió hace mucho y vive con miedo.
Una cita fallida, un lunes caótico y una estación de tren son la combinación perfecta para desencadenar una explosión que, como el Big Bang, podría marcar el inicio de todo para ellos.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.