Christian Horner, un estudiante ejemplar en toda la palabra, nunca faltaba a sus clases y se graduó con honores de la preparatoria, siempre tan organizado y ordenado, nada de eso tendría que cambiar al ingresar en la universidad.
¿Verdad?
Que ingenuo fue al creer que todo saldría como lo había planeado, cursaba apenas su tercer año de universidad cuando lo conoció a él, ese docente tan arrogante, que desde el primer día pudo intuir que no se llevarían bien.
Sin embargo, hubo algo en él que captó por completo su atención, haciéndole ver que no sería otro docente más.
- Señor Horner, ¿en qué diablos piensa que esta tan distraído? si no le interesa lo que digo puede retirarse de mi clase. -
¿Cómo sería capaz de explicarle que él era la razón de que sus pensamientos estuvieran dispersos?
Además, había podido observar que tal vez no le era tan indiferente al profesor, dado que, en ciertos momentos, sus miradas se buscaban hasta encontrarse creando una especie de conexión.
La tensión únicamente aumentaba y solo podría terminar de una forma.