Mentir y no decir la verdad pueden parecer similares en la superficie, pero en realidad no son lo mismo. Ambas acciones implican ocultar información, pero mientras mentir implica deliberadamente falsificar la verdad, no decir la verdad puede deberse a diferentes motivos, como la omisión por falta de conocimiento completo o por protección de ciertos intereses. En cada noticia, en cada tendencia, en cada conflicto y guerra, se ocultan los verdaderos intereses de unos pocos; los auténticos culpables se esconden detrás de rostros conocidos, de grandes empresas y corporaciones, donde es difícil identificar a los verdaderos dueños. Siempre están detrás de testaferros, actores y personajes que ellos mismos crean y destruyen según sus intereses. Cada bala disparada, cada soldado caído en el frente de batalla, esconde un apretón de manos, una historia llena de alianzas, traiciones, reuniones y negociaciones, donde unas pocas familias deciden el futuro de pueblos, naciones y en general del mundo. Las historias de las antiguas familias que luchan por mantener el poder reflejan la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos, con la aparición de nuevos actores y la reconstrucción de los cimientos de otras familias que se creían desaparecidas. Es evidente que existen dos tipos de leyes en el mundo: la ley mundana del pueblo y la ley especial, donde se permite cualquier tipo de atropello siempre y cuando se logren los objetivos deseados. En un mundo donde las líneas entre la verdad y la mentira se desdibujan, donde el poder y la influencia son monedas de cambio, se abre el telón de una historia marcada por intrigas, alianzas clandestinas y luchas por el dominio. En las profundidades de las sombras, donde los verdaderos titiriteros manipulan los hilos del destino, surge la figura de las familias más poderosas. Hijos de antiguos linajes, que ha crecido entre los secretos y las conspiraciones que tejen el tapiz del poder mundial.
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