Para él, mirar el cuerpo de su hermano en ese estado no lograba transmitirle nada. El shock era palpable en su cuerpo de adolescente. Aún cuando respiraba con dificultad y el olor a descomposición se colaba en sus fosas nasales, haciendo que contuviese aquellas arcadas en su garganta, desgarrándola entre la acidez. Ignoraba el cuarto hecho un desastre, los signos de pelea, las cortinas arrancadas y los vasos rotos junto con los muebles destrozados. También ignoraba la presencia de un ser ajeno a él que asomaba su presencia asquerosa por sus hombros y le sonreía. Para cuando se dio cuenta, sus ojos voltearon de forma frenética a la vez que un manto de oscuridad le cubrió y no recordó nada más. Hasta ahora mismo. Este momento y esta situación. Su hermano había sido asesinado. Y él era el sospechoso de haberlo matado.
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