Los gemelos, conocidos por sus bromas pesadas, habían cruzado la línea esta vez, y Draco sentía que era hora de poner un alto. No podía permitir que ninguno de los suyos sufriera más a causa de las travesuras irresponsables de otros. Con furia, decidió tomar la justicia en sus propias manos, sabiendo que nadie más lo haría por él.
A pesar de los intentos de sus compañeros por detenerlo, su determinado a tener justicia. Draco estaba decidido a hacer lo que fuera necesario para asegurarse de que aquellos a quienes apreciaba estuvieran a salvo.
Esta confrontación, intensa y cargada de emociones, terminaría por abrirle los ojos a Draco. Se daría cuenta de que muchas de las creencias que había sostenido con firmeza sobre su vida y su entorno eran, en realidad, ilusiones. La experiencia le enseñaría lecciones profundas sobre la confianza, la lealtad y la verdadera naturaleza de quienes lo rodeaban.