La tarde lluviosa de ese domingo no ayudaba para nada a mejorar el ánimo de Valentín. Su departamento era más grande y silencioso desde que Agustín ya no lo visitaba. Y era estúpido pretender ver al mayor cuando hace menos de una semana que había terminado. Pero por desgracia o milagro, muchas dudas, canciones y dos rayitas serían el motivo de su reencuentro.