(REESCRIENDO) Juliet Jones pensaba que quizás su segundo año en una nueva universidad habría sido más llevadero si no lo hubiera conocido. Sí, definitivamente todo hubiera sido más pacífico, seguro y tranquilo como ella siempre deseó que fuera. Y aunque Zad Cooper irradiara seguridad y determinación férrea en cada poro de su perfecta piel, no era esa precisamente la forma en que la hacía sentir. Ella sentía todo lo irrazonablemente posible cuando estaba en su radar; mareo, tensión en los músculos, hormigueo en la piel y mucho, mucho calor. Pero esa no era la peor parte. Lo que sí resultaba una amenaza eran aquellos impresionantes ojos oceánicos que la absorbían con cada mirada perspicaz. Bastaron un par de encuentros para que él confirmara que Juliet no era Juliet. Ya que cuando uno finge ser alguien que no es delante de otro que aplica la misma táctica, las máscaras se difuminan porque la mentira deja de serlo cuando dos personas son conscientes de ella. Ese fue el problema. Pensaron que descubrirse el uno en el otro sería cautivador, embriagante, placentero. No lo fue y tarde se dieron cuenta de que el amor no da revanchas.