No era que Juanjo Bona odiara a Martin Urrutia. Era solo un chico de el Pais Vasco que se volvió increíblemente famoso gracias a algunos videos ridículos en una aplicación aún más ridícula, consiguió un contrato con un sello discográfico mundialmente importante, se olvidó de sus raíces y ahora pretendía ser una estrella del pop. Ni siquiera le importaba que todos estuvieran creyendo su papel del chico más dulce que la miel. Era que Juanjo conocía ese juego demasiado bien (después de todo, estaba dentro de él), sabía cuán falsas podían llegar a ser las personas y cuán manipuladoras eran en realidad. Sobre todo en esa industria. Entonces no, no era que no le agradara Martin, era que le recordaba todo lo que no le gustaba en una persona. Martin le recordaba demasiado a... ella. O donde se suponía que debían odiarse el uno al otro, se suponía que debían hacer su trabajo. Al menos cumplieron en una de estas cosas.