Toda la isla lo vio, fueron testigos de como aquel joven al que llamaron débil desapareció entre las nubes montando un Furia Nocturna. Se equivocaron con él, y lo seguían haciendo, pues pensaron que no sentía arrepentimiento ni temor. Mientras caía la ceniza se multiplicaron los murmullos, una pequeña figura guardó silencio, sus ojos ámbar oscuros no se apartan del cielo. Ella sabía... que no iba a volver.