Yoongi es trece años mayor que yo, y apenas me dedica una mirada. Es rudo, un poco áspero. Pero hay algo en los rancheros de hombros anchos, manos callosas y bocas sucias que me desarma por completo. ¿Quién soy yo para resistirme a semejante tentación? Sin embargo, es en los momentos tranquilos, cuando estamos solos, que su dureza comienza a desvanecerse. En esos instantes en que me cuida, es cuando comprendo que su coraza impenetrable no es más que un escudo. Y cuando lo veo ser dulce con su pequeño hijo, es cuando caigo completamente rendido. Alguien lo convenció una vez de que lo mejor de él no era suficiente. Pero jamás me he sentido tan amado como cuando estoy entre sus brazos. Mi contrato dice que este acuerdo es solo por dos meses. Pero mi corazón ya ha decidido que será para siempre.