Un chico es asaltado por unos sentimientos cálidos hacia su fuente de odio. Canis. Tras conocerlo de rebote en un banco cualquiera, Luzdivino se ve enmarañado por la labia del cani (y por sus besos), viéndose cada vez más atado a su presencia. Pero Luzdivino no es un cualquiera, su odio no es uno cualquiera. Su mente luchará tenazmente contra su corazón (y su entrepierna) en esta guerra, resistiendo ante cualquier intento de cortejo por parte del astuto cani usando el desprecio como escudo. Pero el cani es persistente, y no cesará de conquistar a ese de quién se enamoró.
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