- Oye ten más cuidado - me gritó enojado, asustándome. - Lo siento - le dije apenada, pues le había derramado su vaso de jugo sobre él, lo mire, vi sus ojos, parecían corales, eran hermosos. - Sí claro, lo siento - en lo último hizo voz ñoña - en vez de disculparte, deberías mirar por donde andas. - Hay ya, tampoco fue para tanto - comencé a irritarme - ¿o es que acaso tú no te equivocas? - Pues no - me respondió con altivés. - A que bueno, pues yo si me equivoco, soy humana, "SEÑOR PERFECCIÓN" - Para tí, Capitán Poláez - dijo con más ego que voz. - Sí como no - me burlo - capitán perfección más bien - le saqué la lengua y me fui ignorándolo.