"¿Conoces algún motel...?" comenzó hablando. Sus labios temblando ligeramente por el frío viento que yacía esa tarde. Quedé tonto con su belleza... Creo que se dió cuenta por el ligero fruncimiento de su boca cuando al finalizar su pregunta, yo no dije ni pio. "¿Por qué primero no tomas un café? Vamos, yo invito." "¿Por qué debería confiar en tí?" "Está bien, no irás. Ten cuidado por estas calles." "No había dicho ni si, ni no."
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