Satoru tiene una rutina que mantiene a rajatabla. Todo lo normal que puede ser tu rutina si tienes un poder especial y acabas secuestrado por un puñado de piratas, claro. Pero Satoru lo tiene asimilado. De verdad que sí. Sólo tiene que utilizar su poder para fines crueles que arruinan vidas y ya puede dedicar el resto del día a holgazanear por cubierta. Pan comido. Pero su rutina simple y para nada problemática acaba teniendo un añadido más: los piratas capturan una sirena. Una sirena de inusual belleza, fuertes pectorales y dientes muy afilados.