Respira. No me dejes. No puedo pensar en otra cosa mientras sostengo la mano de mi abuelo moribundo. Pero sé que pedirlo no hará que cambie el resultado. Va a morir. Intento aferrarme a él pero cuando su mano deja de apretar la mía sé que se ha ido y con él se ha llevado una parte mía. Salgo de la habitación con lágrimas derramándose por mis mejillas. Escucho a mi madre consolando a mi padre. A mi hermano sollozando. No me detengo. Quiero gritar pero no puedo hacerlo. Solo camino hasta mi habitación, cierro la puerta y una vez allí me permito bajar la cabeza. No podía hacerlo antes. Soy una princesa. Un pequeño sollozo sale de mi boca. Nada comparado con la gran cantidad de emociones que estoy sintiendo. Puedo ver la fotografía de mis abuelos en una esquina de mi habitación. Justo debajo, está la espada de mi abuelo. Me la dió hace tan solo un par de semanas. Eso no compensa su partida pero al menos me deja algo suyo. Tomo la espada y ya no puedo evitar llorar. Lloro hasta que tengo que obligarme a parar un momento porque siento que me asfixio. Y una vez que recupero el aliento lloro un poco más. Después me enojo. No puedo evitar hacerlo. Me enojo con mi abuela por dejar a mi abuelo. Me enojo con mi abuelo por irse también. Y después, me enojo conmigo misma por enojarme con ellos. En medio de mi enojo lanzo la espada al piso ,arrepintiéndome en cuanto dejo de sentirla en mis manos. Es muy tarde, ya ha caído y la hoja se ha separado de la empuñadura. Me agacho a recogerla pero cuando sostengo la empuñadura puedo ver algo dentro, algo brillante. Sacudo la empuñadura, haciendo que lo que se encuentra en su interior caiga al piso. Es una llave. Pero, ¿llave de que? Además puedo ver un papel aún dentro de la empuñadura. Una carta. ... La princesa Amelia nunca ha querido ser parte de la realeza pero cuando muere su abuelo y le deja una misión, no tiene otra opción más que actuar como tal y descubrir los secretos que su reino ocultAll Rights Reserved