Un reino de porcelana, Demyr, venerado por su rectitud, bondad, sentido de la justicia y eficiencia. Pero dentro de sus muros, esa fachada se desmorona, revelando una farsa teñida de corrupción y opresión. Aquí, las injusticias proliferan y los crímenes contra la magia se cometen con impunidad, tachando de blasfemos y emisarios del caos a aquellos que simplemente nacieron con un don. En este lugar, la libertad es un mito y la verdad, una amenaza. No es un reino, es una cárcel disfrazada de grandeza.