Infiltrada en el infierno. (En edición).
Mia Davis jamás imaginó que una operación nocturna cambiaría el rumbo de su carrera. Hasta entonces había pasado casi desapercibida durante su breve estancia en la oficina central del FBI en Washington D.C.. Correcta, disciplinada, eficiente y, en gran medida, invisible.
Pero aquella noche todo cambió. Un allanamiento que se desvió del plan, una presencia inesperada donde no debía haber nadie y, de pronto, Mia se encontró envuelta en una investigación capaz de sacudir a la agencia desde sus cimientos.
A cargo del caso está el agente al mando Connor Hunt, un hombre que no hace favores, que no suaviza sus palabras y que no está ahí para caer bien. Su mirada es filosa, su tono es seco y su exigencia roza lo insoportable; cada instrucción es una prueba y cada silencio, un juicio. Aun así, o tal vez por eso mismo, Mia no puede evitar que algo en él la descoloque.
Hunt la empuja con una intensidad que la obliga a cuestionarse todo: sus límites, sus creencias, sus lealtades, incluso la reacción involuntaria que le provoca cada vez que está cerca. Una tensión que no había pedido y que ya no puede ignorar.
Mientras tanto, algo oscuro se mueve dentro del FBI. Una guerra silenciosa e invisible que amenaza con fracturar lealtades y devorar carreras enteras. Cuando los indicios apuntan a un traidor entre sus propias filas, Mia comprende que investigar desde la superficie no será suficiente.
Si quiere respuestas, deberá cruzar límites que jamás consideró, dejar atrás la seguridad de su placa y transformarse en alguien capaz de sobrevivir a lo que está por venir.
La verdad la espera en una prisión, y ella será la agente elegida para infiltrarse en ese infierno, sin protección, sin garantías y sin margen de error.
Solo una misión: descubrir la verdad, incluso si esa verdad termina por romper todo lo que ha llegado a confiar.
