Somos como cristales frágiles, esculpidos por las experiencias y los miedos, y con cada golpe, nos volvemos más resilientes. Pero también somos cristales que temen fragmentarse, que temen revelar nuestra autenticidad y vulnerabilidad al mundo. En nuestro interior, yacemos atemorizados de ser verdaderamente nosotros mismos. ¿Estaban Enzo y Alessia preparados para quebrarse?
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