Siempre fuimos el y yo contra el mundo. Un dúo perfecto, nadie tenía la osadía de enfrentarnos. Pero siempre había alguien, que sobrepasaba los límites. Intentaron separarnos, era la mejor opción para destruirnos. Una cruel venganza pendiente de años atrás, cobró vida para dañar hasta el alma más pura. Se abrieron caminos, nuevos sentimientos, nueva historia. Pero nunca fueron reales, ¿mentira? No, era mucho más. Ni siquiera me había dado cuenta que mi camino estaba lleno de flores marchitas, con afiladas y peligrosas espinas. Aún así esa flor marchita con el alma envenenada, me hirió hasta el cansancio con sus espinas y la verdad fue que siempre la tuve a mi lado pero nunca lo admitía.
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