Darius nació mitad ángel, mitad mortal. Es lo que él y los suyos nombran como un celestial. Él ve a su raza y su poder al borde del colapso y está dispuesto a todo para salvarlos de la extinción y del exterminio. Ha trazado un elaborado plan para buscar entre las mortales a aquellas tocadas por el poder, brujas dispuestas a prestar sus vientres para el nacimiento de una nueva generación de celestiales y construir un imperio que opaque en grandeza a cualquiera de los construidos por reyes terrenales. En su escalada al poder ha conseguido convertirse en conde y se le ha encomendado la tarea de encontrar una esposa en un reino vecino. Yì Rén fue arrancada de Tang por su tía, quien insiste en que explore la belleza del occidente antes de decidir asentarse en un lugar para vivir como una solterona, sin embargo no se encuentra interesada en las tradiciones que encuentra primitivas y extrañas, tampoco está interesada en relacionarse con los nobles locales y encontrar un esposo. Yì Rén posee juventud eterna y un poder enrarecido, más valioso que el oro. Ella desea aprender a usarlo y crecer en fuerza y poder. Desea forjar un nombre valioso por sí misma y quizá después una dinastía. Dicen que el amor es posible entre aquellos que buscan la misma vida. Darius e Yì Rén buscan lo mismo y ambos lo quieren todo. Pero a veces para llegar a la cima hay que corromper la inocencia y envenenar la pureza.