Tarjeta roja

Tengo un montón de recuerdos que comienzan con la misma escena. Tú.
Un millón de razones para no volver a verte. Que se resumen en una. Tú.
Mil sueños que podrías haberme hecho cumplir. Tú. Pero esta vez, conmigo.
Demasiadas discusiones que echar en cara. A ti.
Un cúmulo de malos sabores de boca, de problemas, de negativas, de tarjetas rojas.
Las mismas tarjetas rojas que solías hacer que no olvidase y me recordabas continuamente.
Los mismos defectos de siempre, ahora machacados por dentro.
El mismo dolor de estómago cada vez que te veo pasar frente a mi y el no permitirme mirarte a los ojos.
Tus ojos.
Y es que si los miro me derrumbo.
Es que si los miro me pierdo, me muerdo por dentro esperando tenerlos cerca.
Tan llenos de vida y a la vez tan vacíos. De mi.
Y yo. Vacía de ti. Esperando a que vuelvas solo para poder darme el gusto de reprocharte que todo lo que nos ha pasado ha sido por tu culpa.
Y hacer que te arrepientas de haber vuelto. Y que te vuelvas a ir.
Y claro. Yo y mi masoquismo.
Vuelta a esquivar tus ojos.
Vuelta a echarte de menos, y de nuevo, echarte de más.