A veces el gran Reo Mikage era el ídolo al que cualquiera quisiera seguir, otras era ese tan emocional que se traicionaba así mismo, rompía su más importante barrera, para entrelazar su sueño más profundo con alguien más, y finalmente, en el fondo, era solo tan inseguro e irracional. Nagi no lo entendía. Le molestaba. Odiaba la parte de Reo que tapaba su propia luz. Por lo que siguió sin él, esperando ser alcanzado una vez más. Porque a veces, alguien tan soso y simple como Nagi Seishiro podría ser alguien descomunal, él podía encenderse, ser majestuoso y devastador, arrasando en su paso sin importar qué o quién fuera. Reo no lo entendía. Lo odiaba. Detestaba el momento en que decidió tomar con sus propias manos una afilada arma de doble filo; ver como la esperanza a la que se aferró provocaba una herida tan profunda. Sin embargo, no tenían que pensar tanto en ello, porque su relación no dependía completamente de que tan bien supieran llevar las cosas, tenían una promesa que les aseguraba volver a unirse al final de camino. Hasta que no la tienen y todo cae en pedazos.