- ¡Esto te está matando! ¿Es que no lo entiendes? -me arrebato el cigarrillo de la boca y me miro, me miro con esos hermosos ojos grises que siempre me habían encantado por la forma en la que me miraba como si nada le importara, pero ahora, ahora me estaba desafiando, me retaba, como un padre que reta a su hijo que no quiere comerse las verduras del almuerzo- -No... ¡Eres tú el que no entiende! -comencé a sentir que las uñas de me enterraban en las palmas de mis manos hechas en puño- Eres tú el que está matándome... -le susurre lo suficientemente fuerte como para que él lo escuchara y le arrebaté mi cigarrillo de la mano, acto seguido, di media vuelta y camine, luchando por mantener las lágrimas dentro de mis ojos, lo cual era extraño, ¿Yo sintiéndome afectada por la opinión de una persona?... Lo cierto era que nunca me lo había dicho alguien que me importara tanto- -¿Qué? -me jalo del brazo y me volteo de frente a él, su voz era firme y su mirada era penetrante, me costaba trabajo pensar en el chico tímido y callado de antes teniendo esa imagen en frente de mi cara- ¿Soy yo quien prende los cigarrillos de tu boca? - -No...- -¿Quién consigue tantos gramos de lo que sea que te metas por la nariz?- -No...- -¿Quién enciende el motor de una motocicleta cuando estas totalmente ebria?- -No...- entonces lo mire, respire y me decidí a decirle lo que sentía -Pero amar en secreto a alguien puede ser igual de fatal que el tabaco, que la droga y que una motocicleta sin control- me solté de el y lo mire lo mas firme que pude, para después dar media vuelta de nuevo y caminar mientras encendía el cigarro que llevaba en mano.All Rights Reserved