La ciudad de Himmelstadt se extendía majestuosa ante los ojos de Leah, una joven de 22 años que había ganado una beca para estudiar en la prestigiosa Universidad de Himmelstadt. Con su corazón latiendo emocionado, decidió aventurarse por las calles empedradas de la ciudad, con la curiosidad de explorar cada rincón que pudiera ofrecer. Sin embargo, el cielo pronto se oscureció y nubes grises amenazaron con una lluvia inminente. Leah demasiado absorta en su exploración, no se dio cuenta de la advertencia del clima hasta que las primeras gotas comenzaron a caer sobre ella.
Apresurada, buscó refugio en una pequeña cafetería que encontró en una esquina cercana. Al entrar, se dio cuenta de que estaba sola en medio de una multitud de desconocidos, y el sonido del ajetreo a su alrededor la abrumó. Con timidez, intentó comunicarse en inglés, pero las miradas confundidas de los camareros le dejaron claro que no entendían una palabra.
Desanimada y empapada, Leah se resignó a su suerte, lamentando no haber prestado atención al pronóstico del tiempo. Sin embargo, justo cuando creía que su día no podría ir peor, un joven alemán de ojos azules se acercó a ella con una sonrisa amable.
-"¿Necesitas ayuda?" -preguntó en un inglés fluido y con acento alemán.
Leah sintió un rayo de esperanza al escuchar esas palabras. Y así, con la ayuda de un extraño, comenzó una nueva etapa en su vida en la ciudad de Himmelstadt.