Luego de haber muerto y haberse encontrado con que compartía características con un animal del bosque, Alastor tuvo que lidiar con varios cambios en su anatomía. Desde sus orejas, su cola, sus cascos, entre otros. No había sido fácil adaptarse al cambio pero a largo plazo lo había logrado, nada que un poco de paciencia no pudiera solucionar. Sin embargo, existía algo a lo que jamás pudo acostumbrarse, aquello que detestaba y aborrecía, lo que interrumpía sus noches y le provocaba malestares. Su celo.