Érase una vez... así empiezan todas las historias, ¿verdad? Pero la mía es diferente. Mi historia se inicia con un deseo profundo de escapar de la realidad. Comenzó con un leve susurro en la calle, apenas perceptible pero lo suficiente para despertar mi curiosidad. Luego, cada noche, me sumergía en el mundo de los sueños donde dulces imágenes se presentaban cruelmente, como una burla de mi anhelo de escapar, solo para despertar con un golpe seco de realidad al amanecer. Era como si alguien estuviera jugando conmigo, manipulando mis sueños a su antojo. Pero lo que no sabía en ese momento era que, mientras yo los buscaba con desesperación, ellos también me estaban esperando. El velo entre mi realidad y la ficción se volvía cada vez más delgado. Las criaturas con las que tanto soñaba empezaron a aparecer en todos lados. Me di cuenta de que no solo estaba enterrando mi realidad en los libros, sino que también estaba liberando algo más. Me di cuenta de que él me vigilaba. Era un ser misterioso, cuyo nombre y rostro eran desconocidos para mí. Pero su presencia era palpable, su influencia se extendía a través de mis sueños. Era como si él hubiera estado esperando mi llegada con ansias para hacerme suya, porque el día en que pisé el bosque descubrí todos sus secretos y me di cuenta de que ya no quería volver.