La idea del Cardenal surge de "La vuelta al día en ochenta mundos", donde las mascotas de Cortazar tienen nombres de categoría. Los textos son hijos de una venganza Dolinesca, que lee a wilcock en los laberintos de Domecq, solo apara encontrar el castigo de Fiódor y de toda la patota de intelectuales rusos. Tras el desencanto, el resultado final es un puñado de arroz húmedo que nadie comerá.