Rosalba creía que tras la tragedia familiar encontraría consuelo en un lugar apacible, pero el Orfanato Grave resultó ser su peor pesadilla. Allí, maltratada y desamparada, encontró un rayo de esperanza en Rigel, su inusual compañero de desdicha. A pesar de su enemistad inicial, su conexión fue instantánea, convirtiéndose en aliados inseparables. Sin embargo, la felicidad de Rosalba al ser adoptada se vio empañada por la ausencia de Rigel, quien quedó atrás.
Finalmente, la familia de Rosalba volvió al orfanato para adoptar una hermana para Rosalba y escogieron a Nica, a pesar de que Rigel quería ser escogido para volver a ver a su mejor amiga. Pero, finalmente, los padres adoptivos quedaron embelesados por la belleza con la que tocaba Rigel el piano y le adoptaron también. Ahora vivían los tres juntos: Nica, con su amor por los insectos... Rosalba con su fobia a las mariposas... Y Rigel, el lobo malo del cuento de Nica que espantaba a los animalillos de ella y el lobo bueno del cuento de Rosalba que la protegía de los animales a los que ella más temía.
Porque, en un jardín lleno de simples rosas rojas a punto de marchitarse, Rosalba era la rosa blanca de Rigel que, contra viento y marea, permanecía bella e intacta.