El viento frío de la mañana golpeaba su rostro mientras Verónica corría por las calles, dejando atrás las sombras de la noche. Su corazón latía con fuerza, no solo por el esfuerzo físico, sino también por la determinación que la impulsaba hacia adelante.
Verónica nunca había sido una persona impulsiva, pero esa mañana algo dentro de ella había cambiado. Había estado luchando con sus sentimientos durante semanas, tratando de ignorar la verdad que se había vuelto cada vez más evidente: estaba enamorada de Dylan.
Dylan, el chico que había sido su amigo durante años, el chico que siempre estaba allí para ella, el chico que ahora ocupaba sus pensamientos día y noche. Había intentado negarlo, había intentado convencerse a sí misma de que eran solo pensamientos pasajeros, pero la verdad era que no podía negar lo que su corazón le decía.
Así que, esa mañana, Verónica decidió que ya no podía mantener sus sentimientos ocultos. Tenía que enfrentarlos, tenía que enfrentar a Dylan y contarle la verdad. Y así, con determinación en su corazón, corrió hacia la casa de Dylan, sin saber lo que el destino les deparaba a ella y a su amigo de toda la vida.
¿Por qué los humanos son así con nosotros?...
-Lucifer.
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∆ No esta escrito para ofender a nadie.