Yo no lloro. Yo no confío. Yo no me comprometo. Yo no me enamoro. Yo no me enamoro, es lo que solía creer hasta que regresó. Mi vida era perfecta, no me hacía falta nada, conocía la felicidad, la tenía entre las manos, así que cuando me reencontré con Ian Orwell, mi primo, nunca pasó por mi mente que el me enseñaría aquello que nunca había sentido, pero lo hizo y ahora solo tengo que descubrir si fue para bien o fue para mal.All Rights Reserved