La historia podría ser de una artista, de una hechicera, de alguien que volvió a la vida, de una rebelión, de un gran amor, o de una pesada tragedia...
-Desempleada. -sentencié, con la barbilla y los brazos apoyados en la mesa del café.
/
Por ahí del tercer o cuarto piso, venia subiendo un chico, vestido de negro con una mochila de esas que usan los deportistas, y bueno, se le notaba que venía de algún gimnasio. La gente así me causaba cierta admiración, seguro tenía el refrigerador lleno, el departamento -porque si vivíamos en el mismo edificio, vivía en un departamento- limpio, un horario de trabajo estable... Es más, capaz tenía su propia empresa.
-¿Sucede algo? -habló, y vaya voz. Definitivamente tenía su propia empresa. Y una planta, seguro también tenía una planta frondosa en la entrada.
-¿Qué? Si... No, ¡No! No. -balbuceé. Lo pasé de largo antes de que me pudiera contestar, más que nada porque esperaba que no dijera otra cosa.