Megumi es adoptado por un gran gato blanco con ojos lo suficientemente azules como para rivalizar con los de Gojo. "Pero no le digas eso. Herirá su ego", murmura Megumi, acariciando su pelaje. El gato ronronea locamente y se inclina ante su toque, y una pequeña sonrisa flota en sus labios. Aunque todavía le gustan más los perros.