De pequeña, siempre temía a los monstruos que se escondían bajo mi cama. Las sombras en la oscuridad parecían cobrar vida, llenándome de pánico incluso ahora, a mis dieciocho años. A veces, ese miedo regresa, pero me consuelo pensando que esos seres horribles son solo un producto de mi imaginación. Sin embargo, nunca imaginé que un día me enamoraría de uno de ellos. La idea de sentir algo por un ser que siempre consideré aterrador es desconcertante, pero en su mirada descubro algo más: un reflejo de mis propios miedos y anhelos
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