Sentí que mi vida pasó por mis ojos. Estaba a punto de morir, me perseguían. No sabía quién era… o quiénes. ¿Qué querían de mí? No podía detenerme, si lo hacía sería mi fin. No tenía buena condición física, maldije mentalmente por no haberle hecho caso a Adrien cuando me dijo que me pusiera a hacer algún deporte. Me sentía pesada y lenta, necesitaba correr más rápido y mis piernas no daban para más. Una… dos… tres respiraciones más, estaba exhausta, llena de barro, con sangre escurriendo por mis mejillas, mis piernas y brazos donde las ramas de los árboles me arañaron, comenzaba a sentir dolor en la planta de mis pies, no tenía zapatos, no tuve tiempo de ponérmelos. Era sofocante, comencé a ver borroso y no me había dado cuenta de que me detuve por completo. ¡Corre! Me gritaba, pero mi cuerpo ya no respondía. Escuché detrás de mi una risa que me hizo recordar demasiado tarde qué era lo que estaba haciendo, claro, huyendo, de él… ¿o era ella? No pude voltear, di cuatro pasos más y caí, comencé a rodar, golpeándome con rocas y arbustos. Está bien, pensé. Quien me perseguía tardará en bajar hasta acá y mi caída no durará mucho, hay un pequeño lago abajo. Mi caída se detendrá pero no tendré fuerzas para nadar, si las plantas del lago se me enredaban en las piernas me ahogaría, aún sin las plantas, ya no tenía fuerzas. ¿A qué hora termina la caída?
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca.
-¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen.
-Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a este lugar! ¡Tú no eres una humana normal! -grita un guardia sin dejar de perseguirme...
-¡No! Yo pertenezco a mi ciudad, con mis padres... -cuando estoy por llegar a la salida veo a dos chicos.
Practicando con espadas...
-¡Sky! ¡Atrápala! -grita Rick...
Uno de los chicos desvía su mirada y nuestros ojos se conectan
Sus ojos dorados me miran fijamente...
Revolotea despreocupado su cabello rubio, pero luego...
Se da cuenta de lo que sucede y me apunta con su espada
Yo me detengo inmediatamente...