La vida es más fácil cuando no estás enamorado. O eso suelen decir. El amor es como una condena, un camino a una muerte segura. Dicen que no debes de quitarle las espinas a las rosas porque su peligro las vuelve atractivas, pero una vez que se las quitas, su vulnerabilidad las hace débiles y expuestas. Es por eso que cualquiera las puede corromper.
Pero en los ojos correctos, te amarán con todo y peligro, aún frágil, vulnerable, débil o expuesta. No trataran de corromper tu alma. Las rosas siempre han sido y serán el obsequio más sagrado de la tierra.
Y Heather Miller no sería la excepción. Para todos, ella era una rosa: hermosa, peligrosa, fría, solitaria y única. Los hombres se sentían atraídos por su belleza y peligrosidad, pero en el fondo, Heather solo deseaba que alguien la amara por cómo era por dentro: frágil, amable, gentil, cariñosa, fiel, pero, sobre todo, como ella misma.
No fue hasta que entró a la universidad. Sus ojos se cruzaron con Luka Damien, el hombre más atractivo de la escuela, pero, sobre todo, el mejor futbolista del club: alto, cabello negro, ojos azules con una mirada intimidante, fornido y muy apuesto. Ella solo era la lectora de la escuela. No creyó que alguien como Damien se enamorara de ella.
Damien vivía para el fútbol. Era su deporte favorito y su pasión. Enamorarse no estaba en sus planes. Solo conocer chicas nuevas y salir con ellas. Todos creían que él era un hijo de puta. Pero su mayor anhelo era que alguien lo viera como realmente era: divertido, frágil, algo posesivo, pero aún más, como él mismo.
Este es un amor que se construye poco a poco, Damien confundido por cartas de una chica secreta, y Heather por tratar de ganar su corazón.
¿Serán las cartas de ella o tendrá rival?
Ni siquiera todas las cartas del mundo, albergará el gran amor entre ellos.
Porque después de todo, eran "todas las cartas que te escribí".