Sana había comenzado a perder la esperanza en el amor. Rodeada por la felicidad de sus amigas y con Momo y Nayeon, quienes pronto darían el paso hacia el altar, Sana se sentía más sola que nunca, como si el amor estuviera destinado a esquivarla. Sin embargo, la vida a veces tiene planes inesperados, y en el lugar menos esperado encontró el flechazo que el propio Cupido había reservado para ella.