Hope Cooper, llamada por quienes las conocían Dance, había perdido su madre al nacer y su padre cuando era tan solo una niña de 8 años. Esta circunstancia la habían dejado sin ninguna pariente, pero un querido amigo de su padre se hizo cargo de ella. Hope, que una vez era una niña normal, se transformó en un cascaron vacío. En temprana edad fue notada por el ejército y junto a otros cuatros chicos jóvenes como ella formaron un pequeño grupo de soldados sin alma, sin corazón, que lo único que contaba era el suceso de una misión, pero sobre todo derramar la sangre de los enemigos, no sin antes jugar un poco con ellos. Un día Hope recibió una carta de su padre adoptivo, la comunicación preferida de los dos y decidió hacer todo lo que su padre adoptivo le ordenará por un par de años y luego continuaría con su vida, al inicio era más como unas vacaciones, pero bien temprano era más que eso. Muchas veces quiso comerse su promesa y volver a su vida, pero su palabra valía más que cualquier cosa. Lo que Hope nunca se imagino era que esa carta y esa promesa le cambiarían para siempre la vida, dándole lo que ella nunca busco y que pensaba no querer.