En la ventana de una tienda convencional, el narrador vislumbra una hermosa recámara que despierta en él un intenso deseo de posesión. Sin embargo, al adquirirla y estrenarla, la experiencia resulta decepcionante y común, comparada con las expectativas generadas. A través de una metáfora sexual, el texto reflexiona sobre la insatisfacción que puede surgir al alcanzar lo anhelado y cuestiona si vale la pena perseguir deseos que, una vez obtenidos, no cumplen con las expectativas.