El abismo no es la altura que hay entre la cima de un precipicio y su suelo; el abismo es la distancia que crea la mente con las demás cosas multiplicado por miedo. Ese es el verdadero precipicio de nuestro mundo, de nosotros mismos como humanos. Porque la mente es poderosa, porque la vida a veces pesa. Abre los ojos y llena de fortaleza el interior para salvar a quien esté en el abismo pesando sobre una balanza truncada el paso del tiempo. Porque una persona rota no necesita que le digan que sonría. Una persona rota lo que necesita es que la abracen fuerte para que se unan todas sus grietas. Y deje de ver el cielo desde el suelo tumbado. Y deje de sentir que la vida es un abismo.
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