Déjà Vu

Era una mañana de enero, llovía levemente mientras caminaba hacia la escuela. Emocionado por mi primer día, la ilusión de encontrar el amor rondaba mi mente. Al ver a mis amigas, una broma sobre mi zapato mojado me devolvió a la realidad. El día a día estaba lleno de nuevas experiencias, y en uno de esos tiempos libres conocí a Juan Andrés, un chico tímido con ojos cafés que reflejaban tranquilidad.

Al principio, Juan desapareció de mi mente, pero un día de matemáticas difíciles me llevó a pedirle ayuda. Esa tarde empezamos a hablar y me di cuenta de que me gustaba. Sin embargo, un compañero entrometido descubrió nuestros mensajes y los rumores comenzaron. Juan, creyendo que yo había contado a todos, se alejó. Intenté aclarar la situación, pero él solo quería ser amigos.

A pesar de todo, seguí intentando recuperar su amistad. Cuando reestructuraron los cursos, pensé que sería un nuevo comienzo, pero Juan pidió ser transferido a mi clase. Me senté más cerca de él, esperando volver a ser amigos.

Finalmente, una noche, expresé mis sentimientos hacia él por mensaje. Aunque no respondió inmediatamente, tiempo después empezamos a hablar de nuevo. Intercambiamos canciones y él me envió una con un mensaje claro: también le gustaba. Emocionado, intenté acercarme más, pero el destino aún tenía algo inesperado preparado para nosotros.