Mudarse a un pequeño pueblo como Forks no era lo que Beau Swan había imaginado para su último año de instituto. "Acostumbrado" a la vida más dinámica y bulliciosa de Phoenix, Beau se encontraba repentinamente inmerso en la constante humedad y el clima sombrío del noroeste del Pacífico. Sin embargo, el cambio no se limitaba solo al paisaje. En Forks, Beau no solo enfrentaría la monotonía de una pequeña comunidad, sino también la constante atención y las miradas curiosas de sus nuevos compañeros, ansiosos por conocer al "chico nuevo" y a su hermana Bella.
Desde el primer día, Beau sintió el peso de ser observado, analizado y, en cierto modo, juzgado. Su llegada con Bella, los hijos del jefe de policía Charlie Swan, había despertado una ola de curiosidad en la escuela, un lugar donde la rutina y la familiaridad rara vez se veían interrumpidas. Cada paso que daba en los pasillos estrechos y atestados parecía atraer miradas, y cada interacción, tanto amistosa como incómoda, solo añadía más presión a su ya frágil estado emocional.
Sin embargo, lo que Beau no podía prever era que, entre los rostros comunes y las conversaciones triviales, encontraría algo inesperado, algo que desafiaba la lógica y la normalidad. Un grupo de estudiantes, con una belleza casi sobrenatural, pálidos y etéreos, capturó su atención de una manera que ningún otro lo había hecho antes, sin saber qué el había capturado la atención de uno de ellos. Conocidos como los Cullen, estos cinco jóvenes parecían estar rodeados de un aura de misterio y distanciamiento, despertando en Beau una fascinación que rápidamente se convertiría en algo más profundo y complejo.
Bienvenidos a Forks, donde lo extraordinario se esconde tras la fachada de lo ordinario y donde el destino de Beau está a punto de entrelazarse con el de seres inmortales, especialmente con el misterioso y enigmático Jasper Hale.
Una caricia suya podría matarlo, pareció un precio justo.
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