Tian siempre había soñado con el día en que se encontraría cara a cara con Alex, el chico popular y misterioso que parecía caminar por los pasillos del instituto como si fuera dueño de cada rincón. Alex, con su sonrisa enigmática y su manera despreocupada de ser, era todo lo que Tian no se atrevía a soñar para sí mismo. Pero Tian guardaba un secreto más profundo que su amor no correspondido: sufría de la "Enfermedad de Morfeo", una rara condición que lo sumiría en un largo y profundo sueño eterno. Cada noche, al cerrar los ojos, Tian se preguntaba si volvería a despertar. Durante el día, vivía con la certeza de que cada momento podría ser el último de vigilia. Era una existencia frágil, sostenida por el fino hilo de la esperanza y los sueños incumplidos. A pesar de todo, Tian no podía evitar mirar y observar a Alex sigilosamente, deseando ser parte de su mundo y con ello poder cumplir su lista de sueños, "Los deseos de Morfeo".