Cuando te conocí yo tenía dieciocho y tú tenías veinticinco. Yo era la amiga de alguien y tú el futuro de Hollywood. Tu eras uno de mis más grandes ídolos y yo solo una fan más tuya. Cuando te conocí, estaba perdida en medio de la oscuridad y tú me sacaste de ahí. Yo era una simple chiquilla que quería una foto contigo y tú eras quien se creía un actor ejemplar. Tu terminaste siendo llamado manipulador y yo una chica fácil. Nuestros caminos se cruzaron, te amé más que a mí misma, me perdí y me encontré entre tus brazos, probando lo prohibido en tus labios. Entre tus sábanas aprendí sobre el amor, en los aeropuertos sobre la paciencia, en los coches sobre la discreción y en los medios sobre la decepción. Fue algo bello, perfecto y tan irreal que hoy me atrevo a dejar nuestra historia aquí, cada parte de ella, cerrando por fin ese ciclo que no me ha dejado avanzar como quería. El universo nos unió, pero no era el tiempo, ni el momento. Porque de nuevo, yo tenía dieciocho y tú, veinticinco.