En el bullicioso corazón de Yokohama, Chuuya Nakahara, el temerario y apasionado miembro de la Port Mafia, se encontraba en medio de una batalla que nunca había enfrentado: una batalla contra su propia mortalidad. Lo que comenzó como pequeñas molestias pronto se convirtió en un dolor constante que lo consumía día y noche. Al principio, Chuuya trató de ignorar los síntomas, atribuyéndolos al estrés y al agotamiento de su estilo de vida agitado. Pero conforme pasaban los días, el dolor se intensificaba, robándole el aliento y la fuerza que una vez había sido su sello distintivo.