En lo profundo de las colinas de Élaria, el imponente castillo de Rocaforte se erguía como un bastión de seguridad y tradición. Sin embargo, dentro de sus muros de piedra, la princesa Elizabeth no encontraba paz. Cada noche, las sombras de sus pesadillas se cernían sobre ella, robándole el sueño y la tranquilidad. A pesar de la presencia de los más valientes guardias del reino, su corazón seguía atrapado en un laberinto de inseguridad y temor. Fue entonces, en medio de esta desesperación, cuando el rey decidió traer a un guerrero especial, un hombre cuya leyenda decía que no conocía el miedo ni el dolor. Pero Elizabeth aún no sabía que este hombre, más allá de su destreza inigualable, había perdido lo más valioso de su ser: sus emociones.