Odio perder el control, odio cuando algo no sale como lo tenia planeado porque claro desde pequeño me he encargado de organizar a la perfección cada cosa en mi vida lo que incluye mi vida amorosa, nunca me he planteado casarme o tener hijos, mucho menos enamorarme, me inclino por los encuentros casuales de una sola vez, así es menos complicado y mucho mas divertido. Todo estaba en orden hasta que decidí acompañar a mi mejor amigo a su cena familiar sin esperar que la hermanita de Liam, una hermosa pelinegra de ojos azules como el cielo pusiera mi mundo de cabeza. Creía que vivir una hermosa historia de amor era tan fácil como en los cuentos de princesas que me leía mi padre cuando era pequeña; pero cuando encontré a mi prometido engañándome con otra mujer en nuestro apartamento entendí que los príncipes azules no existen y que la princesa debe ser rescatada por ella misma. Pretendía tener una vida tranquila al volver a Nueva York, sanar mi corazón y olvidar todas esas estupideces del amor, mi plan iba perfecto hasta que apareció el mejor amigo de mi hermano con su actitud fría y mirada penetrante y derrumbo todas mis barreras.