Juanjo siempre había creído que no estaba hecho para las relaciones serias, y su mejor amigo estaba convencido de que esto se debía a que nunca había considerado la posibilidad de estar con hombres. Esta afirmación, que comenzó como una broma, ocultaba la esperanza de que algún día su mejor amigo captara su atención. No obstante, Juanjo, seguro de su sexualidad, sabía que los hombres no le atraían. Sin embargo, todo cambió con la llegada de un joven irónico, juguetón y atractivo, con su característico bigote, dispuesto a poner a prueba aquella teoría.